viernes, 8 de septiembre de 2006

La cena

Como no tenía una colección de mariposas para enseñar las invitaba a mi casa a cenar, pero el día que llegó ella sólo tenía para ofrecerle un sobre de sopa. Años más tarde, cuando volvió de acostar a los niños le pregunté por qué eligió quedarse conmigo pese a la triste escasez de mi pobre cena. Contestó con la inmediatez de la lección sabida: “Me diste algo que se podía conservar mucho tiempo”.

domingo, 27 de agosto de 2006

Átame

- Deja que te ate – susurró Amalia al oído de Carlos, mientras le mordisqueaba la nariz y los labios.
- ¿Ahora?
- Sí, ahora, ¿porqué no?


Carlos se encogió de hombros y Amalia se incorporó hasta quedar sentada sobre él, a horcajadas.
- Aún falta para que lleguen tus padres, ¿no?
- Sí – afirmó Carlos mirando el reloj -, no son ni las once… hasta la una o así no hay que preocuparse.
- Entonces deja que te ate – ella se inclinó sobre él y le acarició el pecho desnudo, ronroneando suavemente.
- Está bien – aceptó él, escurriéndose de debajo del cuerpo de ella y caminando hacia el armario.