jueves, 15 de marzo de 2007
A quien madruga...
Siempre que dormía hasta tarde, su madre le despertaba a golpe de aspiradora diciendo "vamos, levántate, que ya están las calles puestas". El día que el insomnio le hizo salir antes de lo habitual, vio con sorpresa como unos hombres con mono azul de operario desenrollaban largas alfombras de asfalto entre los edificios y las tiendas. La gente esperaba frente a sus casas con el motor del coche en marcha o tamborileando impacientes sobre sus maletines. Él se frotó los ojos y se metió de nuevo en casa, para echarse a dormir (o a despertar) un rato más
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