Estamos sentados al borde del tejado, sobre el canalón. Lex y yo. Miramos la calle a nuestros pies. Está tan sucia, y el cielo sobre nuestras cabezas no es gris, pero sólo porque es de noche. Últimamente, todos los días son grises en la ciudad, y a mí me da la impresión de que para cuando el cielo se vuelva azul, nosotros ya nos habremos ido.