Camina deprisa, con pasos cortos y los hombros un poco echados hacia atrás, y sabe que si le viera alguien que no le conoce pensaría que está enfadado. Quizá sí esté un poco enfadado. No es la mejor versión de sí mismo por las mañanas, y se pregunta si tiene sueño o si le está pudiendo esta rutina dura de oficina y zapatos, de querer que llegue el viernes y odiar que llegue el lunes y querer que llegue el viernes y vuelta a empezar.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
(Des)encuentros esperados
El chico de los ojos verdes camina hacia la parada del autobús. Va con el tiempo justo, como casi todas las mañanas, y si llevara reloj se lo miraría todo el rato. Piensa que ya le vale, que nunca es capaz de levantarse la primera vez que suena el despertador y lo deja una hora sonando cada cinco minutos. A lo mejor ayudaría si el otro lado de la cama no estuviera tan frío, pero prefiere no pensar en eso.
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