Ahora que está trasplantado, con su cóctel diario de inmunosupresores y su recién estrenada salud, mira a su mujer con odio. Sabe que debe hacer honor al regalo que se le ha hecho y aprovechar cada día que le quede sobre esta tierra. Sabe que tiene que agradecer cada sonrisa de bebé y cada rayo de sol porque, como todo el mundo le dice, "ha vuelto a nacer". Y, sin embargo, sólo es capaz de pensar en la forma tan refinada y efectiva que ha encontrado ella de controlarle. La muy bruja.
domingo, 29 de mayo de 2011
El trasplante
Cuando el médico le dijo que el riñón de su mujer era compatible, no se alegró. "Es increíble, sois casi como gemelos monocigóticos - dijo el doctor -. Nunca en mi vida había visto algo así". Él asintió con una sonrisa de plástico mientras maldecía su suerte. Con lo fácil que hubiera sido que la estadística no estuviera de su parte y haberse marchado del mundo tan sin ruido como había pasado por él.
sábado, 14 de mayo de 2011
Grandes cuestiones hipnagógicas
Me pregunto, se dice Él abrazándola bajo las sábanas, invulnerable al sudor fino que les recubre la piel. Me pregunto cuánto tiempo durará esto de dormirnos abrazados una vez que nos casemos o nos vayamos a vivir juntos. ¿Cuatro, cinco años? ¿Cuánto pasará antes de que uno se harte y prefiera descansar bien después de un día agotador, antes de que esta necesidad de ella se desvanezca y la pasión se largue?
Me pregunto, piensa Ella, buscando una zona fresca en las sábanas con la punta del pie izquierdo. Me pregunto cuánto tendrá que pasar después de irnos a vivir juntos para poder dejar este coñazo de dormir abrazados, que se me recuelga de la espalda como un monito necesitado y me da dolor de cervicales. ¿Seis meses, un año? ¿Cuánto antes de poder decirle que así no descanso y que mañana hay que madrugar sin que me mire mal? ¿Cuánto antes de que el amor tranquilo y seguro se mida en algo más que la necesidad de contacto?
Y los dos se duermen, ignorantes de la distancia entre sus pieles pegadas.
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