Ahora que está trasplantado, con su cóctel diario de inmunosupresores y su recién estrenada salud, mira a su mujer con odio. Sabe que debe hacer honor al regalo que se le ha hecho y aprovechar cada día que le quede sobre esta tierra. Sabe que tiene que agradecer cada sonrisa de bebé y cada rayo de sol porque, como todo el mundo le dice, "ha vuelto a nacer". Y, sin embargo, sólo es capaz de pensar en la forma tan refinada y efectiva que ha encontrado ella de controlarle. La muy bruja.
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