domingo, 22 de enero de 2012
La manzana de Eva
Está pintándose las uñas de los pies en el sofá mientras él trabaja con el ordenador. Se ha separado los dedos con bolitas de algodón y desplaza despacio el pincel mojado de rojo: una, dos, y procura no respirar para no salirse, tres, cuatro, cinco, y extiende el pie primoroso y recién arreglado para que se seque al aire. Él ni siquiera levanta los ojos del escritorio. Ojalá fuera un fetichista, piensa ella; ojalá ver sus pies pintados bastara para inspirarle un deseo tan irrefrenable como para tumbarla sobre el sofá y arrancarle la ropa. Pero de momento está trabajando y no parece que vaya a parar en un buen rato.
lunes, 16 de enero de 2012
Añadir contacto
Elena para a uno de los empleados del museo para preguntarle el camino al salón de actos y, cuando él se gira para contestarle y le ve la cara, se reconocen en seguida.
- ¡Mario! ¡Cuánto tiempo! ¿Te acuerdas de mí?
Él sonríe.
- Claro, Elena... ¿qué es de tu vida? Madre mía, debe de hacer como cinco o seis años que no nos vemos, ¿no?
- O más... desde la última cena de alumnos.
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