El médico de guardia se las vio y se las deseó para convencer a los familiares de que comerse cuarenta mariposas no era malo.
- ¿No se comen ustedes cuarenta gambas? - pregunto, de forma un poco retórica -. Eso es todo proteína.
Después, sin embargo, retuvo al paciente en la consulta para hacerle unas preguntas. Tenía que descartar depresión, psicosis o intentos autolíticos. Le miró fijamente desde el otro lado del escritorio mientras daba vueltas en la mano a su bolígrafo de propaganda farmacéutica.
- ¿Por qué lo ha hecho? - preguntó.
- Hacía tanto tiempo que no tenía esa sensación... - contestó él, con ojos soñadores.
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